¿Y si el futuro no fuera esa fantasía apocalíptica que nos tragamos con palomitas mientras comentamos en X que “está todo fatal”? ¿Y si ese futuro imposible fuera, sencillamente, el presente que fingimos no ver?
Pues bien, El Futuro Imposible no viene a endulzar la catástrofe ni a convertir la crisis climática en trending topic pasajero. Este proyecto documental que empezó a difundirse en 2024 y que Implícate produjo con un colectivo de dibujantes y animadores activistas en Argentina, es un recordatorio incómodo de que lo que está en juego no es una campaña de marketing verde, sino la propia posibilidad de tener un planeta habitable (y un poquito digno) dentro de unas décadas.
Pero antes de que salgas huyendo a buscar memes de gatitos para anestesiarte, respira. Porque EFI no solo retrata la crudeza de lo que está ocurriendo: también demuestra que contar historias puede ser un acto educativo y transformador. Y ahí es donde, como productora y agencia creativa, decidimos poner todo nuestro empeño (y nuestro foco).

Más que un documental: un mapa de urgencias (y de posibilidades)
El Futuro Imposible es una serie documental de diez capítulos que cruza fronteras, disciplinas y prejuicios. No se limita a mostrar la sequía con planos aéreos épicos y música lacrimógena, sino que se mete en la cocina, en la calle, en el campo y en las conversaciones incómodas que todos deberíamos estar teniendo.
Hablamos con Toni Balseiro, uno de los directores:
“Es un documental animado sobre los problemas que va a enfrentar la humanidad en el futuro, con el foco puesto en las soluciones. Es un proyecto colectivo que, en gran parte, es documental, pero lo realizamos en animación, con un equipo muy grande de personas a lo largo de los años y, sobre todo, con la ayuda y las ideas de especialistas de muchas disciplinas: economistas, diseñadores, divulgadores, y todo tipo de personas que piensan en el futuro y buscan soluciones a los problemas que enfrentamos”.
Desde el impacto de la emergencia climática en nuestra alimentación hasta la desaparición de oficios que sostenían comunidades enteras, EFI saca del armario esas verdades que preferimos ignorar porque, seamos francas, resulta mucho más cómodo creer que alguien más vendrá a solucionarlo todo.
¿Lo mejor? Que detrás de cada historia hay datos, rigor periodístico y un compromiso que va más allá del postureo ambiental. Aquí no se trata de “concienciar” por encima, sino de educar a través de la emoción y de lo concreto.
Un proyecto tejido con muchas manos (y muchas ideas)
En una entrevista a fondo con uno de los creadores del proyecto, sabemos que el proyecto nació con un fuerte impulso de denuncia inspirado por pensadores como Noam Chomsky, cuya mirada crítica sobre la concentración de poder y riqueza marcó los primeros borradores, y por el documentalista Adam Curtis, que sostiene que a los políticos les resulta más fácil protegernos de pesadillas que proponer sueños que luego tendrían que cumplir.
Con el tiempo, ese enfoque se transformó con la influencia de Daniel Wahl, gracias al que se llegó a la idea de centrar el relato en soluciones regenerativas, y a la colaboración con Mercedes D’Alessandro, economista que durante meses dio clases al equipo de El Futuro Imposible sobre alternativas al sistema económico convencional.
Además, la participación de activistas como Flavia Broffoni, periodistas como Soledad Barruti, permacultores como Luciano Kordon y muchas otras voces expertas ayudó a que el documental pasara de un discurso exclusivamente catastrofista a una narración que combina denuncia, imaginación y propuestas concretas para repensar la forma en que habitamos la Tierra.
A esta lista de colaboraciones hay que añadir las voces que reúne cada capítulo: Agustina Muñoz, Julieta Zylberberg, Martin Piroyansky, Maria Soldi, Malena Villa, Verónica Llinás y Esteban Bigliardi encarnan a los personajes que discuten y se interpelan alrededor de un fogón. Ese fuego ficticio funciona como un espacio de encuentro donde, igual que en una sobremesa con familia o amigos, afloran opiniones distintas sobre el mundo y el futuro. En lugar de imponer un único punto de vista, la narración se construye con perspectivas diversas que se complementan y se contradicen, invitando a la reflexión colectiva.
“El concepto que atraviesa todos los temas es la colaboración”. “Para mí tiene que ver con que, cuando tenés un presupuesto limitado, la manera de hacer cosas es juntando un poco de ayuda de mucha gente.” Toni Balseiro.
Por si esto fuera poco, el proyecto cuenta con una web llena de recursos y contenidos extra, como el poema “Querida tierra que oscurece”, de Rainer Maria Rilke, leído por Vandana Shiva y animado colectivamente por el equipo de El Futuro Imposible (y presentado por Daniel Wahl).
Además, puedes explorar otros materiales complementarios que abordan, por ejemplo, la economía del donut, que suena a concepto de marketing buenista pero quizá sea una de las pocas ideas con potencial real para redefinir la prosperidad. Lo explica la creadora del concepto, la economista inglesa Kate Raworth que nos guía en menos de dos minutos a través de este marco visual.
Y si te apetece profundizar (o preparar una clase), también tienes a tu disposición un dossier educativo para trabajar estos temas en contextos escolares y comunitarios.
El poder educativo del audiovisual (spoiler: no todo es Netflix)
Podríamos hacer una lista infinita de datos y cifras sobre cambio climático, desigualdad y pérdida de biodiversidad. Pero la realidad es que, si algo hemos aprendido en estos años, es que los datos sin historias son como semillas en asfalto: no germinan.
EFI apuesta por un lenguaje audiovisual que te atraviesa. Que no solo te informa, sino que te implica. Porque el audiovisual, cuando se hace con honestidad y propósito, tiene un poder pedagógico que ningún informe técnico ni ningún hilo viral puede igualar.
“La idea de dibujar sobre video nos permitía, con un presupuesto limitado, tener un resultado que conceptualmente nos cerraba. La animación entraba como una capa arriba que representa nuestra imaginación: cómo vamos a intervenir esa realidad para mejorarla o para contar cosas”. Toni Balseiro.
No es casualidad que la educación ambiental haya abrazado cada vez más el cine documental como vehículo para llegar a públicos diversos. Lo que ves, lo que escuchas, lo que sientes mientras acompañas a esas personas en pantalla, se queda contigo mucho después de que termine el episodio.

El Futuro Imposible nos concierne a todos
Este proyecto es un espejo. Y como todos los espejos incómodos, puede que no te guste lo que refleja. Pero eso es precisamente lo valioso: la oportunidad de reconocernos y decidir qué queremos hacer con todo esto.
En Implícate creemos que otra forma de contar las cosas es posible. Una forma que no infantilice ni dramatice por defecto, sino que respete la inteligencia de quien mira. Que acerque la información a la emoción y la emoción a la acción.
Así que si tú también crees que el audiovisual puede ser mucho más que un entretenimiento de domingo por la noche, acompáñanos. Porque este futuro imposible no se va a resolver solo. Y contarlo es solo el primer paso.
“Nos dimos cuenta que el optimismo era una herramienta también para generar el cambio. El optimismo genera entusiasmo, genera mucho más posibilidad de cambio que simplemente el discurso catastrofista”. Toni Balseiro.
Implícate: donde la creatividad no es un fin en sí mismo
A veces nos preguntan: “¿sois una agencia o una productora?”. Y nos gusta responder: somos las dos cosas, pero con la mala costumbre de creernos que la comunicación sirve para algo más que para rellenar feeds.
Este proyecto es un ejemplo perfecto. En Implícate apostamos por un audiovisual que no solo inspira, sino que genera conversación, aprendizaje y, con suerte, una mínima sacudida de conciencia. Porque no hay futuro posible (ni imposible) si seguimos comunicando con las mismas fórmulas de siempre.
Ser productora nos permite estar al pie del terreno, escuchar, grabar, editar y traducir complejidades en relatos que cualquiera pueda entender. Ser agencia creativa nos da el músculo estratégico para amplificar estos relatos y convertirlos en herramientas de transformación social. Y sí: esa mezcla es nuestro súperpoder.
¿Y ahora qué?
Si Greenpeace se atreve a imaginar nuevas Ecotopías —esa novela gráfica que muestra futuros posibles donde decidimos hacer las cosas distinto— este documental transita la misma pregunta desde otro ángulo: ¿qué pasaría si, además de denunciar, nos atreviéramos a imaginar y construir alternativas?
El Futuro Imposible es, en realidad, un recordatorio de que ningún futuro está escrito. Y que, a pesar de todo, todavía hay tiempo de imaginar, de crear y de apostar por lo que importa.
 
								



